31 de enero de 2018

Postas,esa vieja munición (2ª parte)




Otra cuestión es que “los viejos del lugar” sigan pensando que en las batidas las postas mataban más; sin darse cuenta de que los disparos se realizaban siempre a distancias muy cortas y que las balas de rifle, que ellos consideran menos eficaces, no es que lo sean, sino que dadas las distancias y circunstancias en que se disparan actualmente, fallan la pieza la mitad de las veces.
Vistos sus inconvenientes, ¿habría alguna forma de aumentar su efectividad? Esta pregunta no es nueva y lógicamente surgió en cuanto alguien,antaño,comenzó a realizar distintas pruebas.Cuando hablo de mejoras me refiero, leído lo anterior, a una menor dispersión y una mayor penetración.
En cuanto a su dispersión, tal cosa intentó limitarse con las denominadas “postas atadas” que no son otra cosa que un “rosario” formado por postas y un alambre de cobre que, en el proceso de fabricación, se colocaba en la lingotera antes de verter el plomo fundido.
Cabe señalar que las postas atadas tuvieron su antecedente en las balas de cañón encadenadas y que aquellas no tenían por objeto evitar la dispersión de los proyectiles sino que se emplearon sobre todo en batallas navales para segar los mástiles de los barcos enemigos.
Del mismo modo, muchos años después, durante la gran guerra, las postas atadas eran empleadas con más o menos éxito para cortar los tirantes de las alas y cables de control de los primeros aviones de guerra en vuelo bajo.
En lo que se refiere a aumentar la penetración de las postas, la forma más lógica de conseguirlo es aumentando su velocidad, pero esto pasa necesariamente por aumentar las cargas de pólvora dentro de los parámetros de seguridad para conseguir en definitiva resultados que no mejoran significativamente porque, como sabemos, cuanto mayor es la velocidad de un proyectil antes se produce su expansión. Así, postas más veloces pero igualmente blandas se expandirían antes y penetrarían menos, cediendo su energía superficialmente.
Una segunda forma de mantener su cohesión al tiempo que se consigue más penetración ha cobrado auge en los últimos años mediante la fabricación casera de las peligrosas “wax slugs” o balas de cera. El invento (del demonio) consiste en verter las postas o perdigones con cera o parafina derretida dentro de su taco contenedor para encapsularlos, disparándolos así como un solo proyectil compuesto que se fragmenta al impactar. De esta manera la velocidad y la penetración de una carga de perdigones o postas se incrementa notablemente…
tanto como el peligro de un reventón.
Quizá existan, pero todavía no he encontrado marcas de munición que hagan wax slugs; esto unido a la visión de algún cañón reventado por este invento, me ratifica en su peligrosidad para la integridad del tirador y de sus armas, y es que ese “bodoque” tendía deformarse dentro del cañón hasta formar un tapón que retrase el desalojo de la carga y los gases con consecuencias fatales. Ni se les ocurra.
El efecto se consigue igual con “Kaviar Black”, una munición frangible de la firma Dduplekts que emplea un compuesto más rígido que la cera o la parafina para amalgamar una carga de perdigones (no postas).
No obstante, y pese a su dispersión y limitada penetración, las postas han tenido su utilidad en la caza peligrosa. Empleadas en determinadas circunstancias, siempre a corta distancia, son una munición disuasoria o mortal de necesidad en caso de sufrir un ataque rápido y por sorpresa en el que no hay tiempo más que para defenderse con poco entretenimiento en la precisión.
Los cazadores ingleses de tigres en la colonización de la India lo sabían y tenían por costumbre emplearlas cuando preveían la posibilidad de ser atacados por sorpresa y a corta distancia.
De hecho, hubo un tiempo en el que algunos cazadores coloniales, aún empleando el rifle de cerrojo o el express en sus safaris habituales sobre terreno conocido, decídian recurrir al drilling en las expediciones de reconocimiento.
Sin duda, aunque usada a diario su utilidad era limitada, un arma combinada que pudiera disparar postas y balas era lo más adecuado cuando se trataba de explorar territorios desconocidos entre vegetación cerrada.
Cambiando de tercio, me pregunto si las experiencias obtenidas en caza pueden ser extrapolables al empleo de postas por parte de cuerpos y fuerzas de seguridad.Lamento lo desproporcionada y hasta desafortunada que parece esta comparación entre el disparo de caza y el disparo defensivo contra una persona; pero tengo que concluir que en efecto las postas pueden servir muy bien como disparo defensivo y con mucha más eficacia que frente animales de piel dura (lamento de nuevo la aparente frivolidad), pero solamente cuando delante del cañón de la escopeta no haya otras vidas que salvaguardar, cosa imposible de valorar la mayor parte de las veces que se ejecuta un disparo defensivo a tenazón.
Francamente, para tal fin me parece que la munición mono proyectil contundente o directamente expansiva con un “doble tap” es más selectiva y suficientemente efectiva.

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